Cuadernos

martes, 5 de abril de 2011

Mis dulces pesadillas con sabor a fruta.

Nunca me cansaria de repetirme que de nada sirve la angustia. De nada sirve que nos ofusquemos en los hechos, que nos retraigamos por los acontecimientos...

Definitivamente todos pensamos, somos, actuamos, según nuestra idea de mundo, según nuestro prisma, nuestra manera de ser, conformada en base a nuestras vivencias y construcciones. Pero este mundo, no siempre corresponde a la idea que tiene el "otro". Resulta entonces más gracioso todavía y el hecho de preocuparse por el que dirán, se vuelve si más no, absurdo.

Un ejemplo: Hoy estaba verdaderamente abatida porque el resultado del taller productivo que había hecho con los chicos de la escuela. Había sido un verdadero desastre, eran unos pasteles que debíamos vender...y yo pensaba...¿pero quién va a comprar esto? y me quejaba para mis adentros pensando en como solucionar la situación. He pensado en comprar los tres pasteles y no sé... ¿hacerlos desaparecer?. Realmente ha sido una situación embarazosa, casi fruto de una comedia...hasta un niño se ha acercado y ha dicho, pero este pastel de frutas de que está hecho de ¿cáscaras?. Daban bastante penita la verdad, y yo sabía que nadie iba a comprarlos. Mi sorpresa ha llegado cuando han empezado a venir niños preguntando precios y llevándose trozos de pastel (he hecho trozos grandes para que se acabaásen rápido). Finalmente se han vendido casi los cuatro pasteles...incluso han venido niños a llevarse varios trozos...

Con esto quiero venir a decir que a menudo nos hacemos mala sangre de cosas que ves a saber que peso y que significado tienen en el imaginario de otro...y nosotros torturándonos...a ver si soy capaz de recordar la lección para otro día...

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