Cuadernos

martes, 21 de junio de 2011

Cuando la felicidad sobreviene casi "infantil"

A veces la felicidad sobreviene como un sentimiento casi infantil, como cuando estrenamos unos zapatos nuevos que nos gustan. Incluso nos hacen sentir más seguros/ras de nosotros (aunque parezca absurdo e incluso estúpido) y caminamos por la calle con la seguridad de que nos vamos a comer el mundo, como si de pronto esos zapatos fueran mágicos.

Esta felicidad me sobreviene a través del reencuentro. No estoy acostumbrada a muchos reencuentros dada mi situación vital, por eso aún, su sensación, me es desconocida. Hay gente que vive pensando en ellos, sobretodo pienso en aquellas famílias que emigran a otros países que viven constante y permanentemente pensando en cuándo van a volver a verse. Y así pueden pasar años e incluso décadas. No es mi caso, el reencuentro se formaliza después de un par de años, en el caso de mi hermano y un poco menos de medio año, en el caso de mis padres.

Pero parece ser, que el reencuentro establece todo un conjunto de sensaciones y atmósferas diferentes a las ya conocidas por mí (diferente a la atmósfera que me genera el dia Viernes, que es diferente a la del día Domingo, que a su vez es diferente a la atmósfera-sensación de la víspera  de salir de viaje, que es diferente a la sensación y la atmósfera que produce la muerte....)

De lo que sí soy consciente, es de la sensación que estoy experimentando, una sensación de alegría infantil, de nervios, de incertidumbre...de pensar cómo va a ser ese momento concreto, en que después de tiempo vuelva a ver sus rostros, vuelva a sentir sus voces, vuelva a sentir el calor de sus besos y abrazos.

¿Habremos cambiado lo suficiente para que la distancia nos haya hecho replantearnos cual es la relación que tenemos? ¿nos habrá permitido ver lo importante que somos los unos para los otros y este tiempo nos haya servido para construyir una nueva relación, más profunda ?. ¿Habremos cambiado lo suficiente? eso solo el tiempo sabe, y nosotros, en un breve tiempo.


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