Cuadernos

jueves, 22 de septiembre de 2011

Instantes.

Como muchos días, desde hacía  meses,
deboraba la crema de su capuccino,
teñida de canela.

Un placer minúsculo, casi sin importancia
pero que, por unos instantes, le confirmaba
que los mejores placeres son aquellos
que nunca se eternizan.


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