Cuadernos

martes, 23 de noviembre de 2010

Sobre el Maestro ignorante de J. Rancière

Para elevarse intelectualmente y asegurar su posición, el maestro atontador de Jacotot-Rancière necesita disminuir al otro, establecer su ignorancia, definir el funcionamiento inferior de su inteligencia, también la autoelevación moral del fariseo y su correlato pedagógico, la formación, funcionan por rebajamiento.
                                                                                                                                 J. Larrosa




Cuando en educación se habla del proceso de enseñanza-aprendizaje, éste se establece generalmente a partir de una doble relación de desigualdad, del maestro frente al alumno o educando. Por un lado, en cuanto a que el maestro se le considera el transmisor de conocimientos y el alumno mero receptor, y por otro, en cuanto que no sólo debe el maestro trasmitir conocimientos, si no además, explicarlos, hacerlos comprensibles a ojos de quien no entende. Parece ser por consiguiente que, el alumno, no es capaz de destriar lo esencial de lo accesorio y elevarse así hacía el conocimiento, sin ayuda de intermediarios.La ayuda aquí, del que explica, se torna vital para sacar al alumno del oscurantismo de su ignorancia. Sin un maestro explicador, sin una enseñanza externa, no puede haber aprendizaje.

Esta frase que denota la importancia de la figura del maestro en la adquisición de conocimientos por parte del alumno y la necesidad de un otro para guiar al que se dice que no sabe, ha sido puesto en duda por Ranciere, a partir de una experiencia que en el siglo XIX, realizó Joseph Jacotot con un grupo de estudiantes. Entre otras cosas, Jacotot demostró a la Europa del conocimiento, que se puede aprender sin maestro explicador y que además, se puede enseñar lo que se ignora.

El punto de partida radica en que las cosas más importantes se aprenden sin la ayuda de un explicador, como por ejemplo el aprendizaje de la lengua materna. En este aprendizaje, el niño sólo dispone de su inteligencia para comprender el mundo que le rodea. Va a tientas, experimenta, se equivoca.... y es capaz, al fin, de decir las primeras palabras, sin la ayuda de nadie, sin instrucción alguna. Simplemente con el esfuerzo y la voluntad de querer reconocer la huella del hombre en cada una de las manifestaciones.

Si cogemos como ejemplo el aprendizaje de la lengua materna, el infante ha aprendido de manera autónoma a hablar porque tenía la voluntad de hacerlo, de comunicarse con su igual. La propia necesidad, el propio deseo o la dificultad del momento hacen posible el aprendizaje, pero no sólo de la lengua materna, si no también de cualquier cosa que deseemos conocer. La voluntad de aprender, es suficiente, sin necesidad de maestros, ni de métodos, sólo con la confianza en la capacidad de todo ser humano de poder utilizar la propia inteligencia, sin la necesidad de un intermediario que medie entre el libro y el que aprende, sin necesidad de mirar con ojos extraños.

Esta idea de voluntad ofrece un cambio de paradigma en la idea de hombre: " el hombre es una voluntad servida por una inteligencia". Esta voluntad no es otra cosa que el alma, mi alma, que a su vez forma parte de lo universal. Del mismo modo, la razón no es otra cosa que voluntad.

Voluntad para aprender, pero también atención. Atención para no distraerse de su rumbo, atención en la constancia. "La inteligencia es atención y búsqueda, antes de ser una combinación de ideas. La voluntad es potencia de movimiento, potencia de actuar según su propio movimiento, antes de ser instancia de elección"

Pero, precisamente, cuando el niño crece, el aprendizaje se vuelve externo y dependiente de un explicador para poder entender. Se crea una división de la inteligencia en dos, la inteligencia del que va a ciegas y prueba, y la del chico educado, que no necesita ir a tientas porque su maestro explicador, le guía en su camino. Pero todo y la paradoja, el chico educado, tampoco ve, por el velo de la ignorancia, que sabiamente supo colocar el maestro para hacer creer al alumno que lo necesita.

Esta división de la inteligencia en dos, una de superior y una de inferior. Esta subordinación de inteligencias se conoce como principio de atontamiento. En un intento, incluso a veces de buena voluntad de guiar, de explicar, de reducir la distancia del que no sabe respecto al que sabe, se produce precisamente el efecto adverso. La igualdad no puede alcanzarse desde una situación de desigualdad. La igualdad es un punto de partida, no una meta.

Lo contrario al atontamiento, es la emancipación. La emancipación se consigue cuando usamos la propia inteligencia y aprendiendo por nosotros mísmos relacionamos lo aprendido con un todo y con el resto. La acción de buscar, comparar, reflexionar, rectificar, analizar, transformarse en definitiva, son acciones que emancipan y nos acercan a la inteligencia Universal, que está en todos nosotros por el mero hecho de ser hombres. La diferencia entre los hombres no radica en su capacidad intelectual, si no precisamente en "el grado de energía que la voluntad comunica a la inteligencia para descubrir y combinar relaciones nuevas". Por lo tanto, todo el mundo tiene las mismas capacidades para aprender porque todo el mundo conoce algo apartir de lo cual relacionar el resto.

Este es el hombre del progreso, aquél que compruebaa su saber, que avanza, que prueba, arriesgándo lo que sabe y lanzándose a la aventura de conocer y enseñar lo que no sabe.

El error de muchos sabios, explicadores, filósofos, maestros....es confundir opinión con verdad y desvalorar la inteligencia de los que ellos denominan ignorantes, adoptando medidas paternalistas, que explican o ayudan a entender lo que los pobres no alcanzan a comprender, dando por sentado que lo que enseñan es lo más valioso. La verdad existe en sí misma, cuando se intenta decir deja de serlo, la verdad no depende del hombre, ni de sus palabras. La veracidad por lo contra, ayuda a la emancipación del ser, forma su opinión y se acerca a la verdad sin serlo.

El lenguaje fracciona, parcela y es arbitrario, la verdad no se dice, es. Sólo podemos expresar la veracidad através del lenguaje arbitrario. Cuando hablamos con otra persona el pensamiento se vuelve lenguaje que nuestro interlocutor atrapará e intentará adivinar haciédoselo suyo, y el lenguaje volverá a ser pensamiento, pero no idéntico al que lo anunciaba, se desplegará en nuevos pensamientos, en nuevos lenguajes y así incesantemente, craando nuevos relatos de lo dicho.

Este proceso convierte al hombre en poeta, que narra las aventuras de su espíritu en su búsqueda incesante de su verdad, que nunca podrá decir aunque la sienta. Y es gracias al lenguaje, gracias a lo que dice que improvisa, crea, compara...conviertiendo el acto de comunicación en una labor artesanal, en un hecho.

Sólo los individuos son reales. El género, la sociedad, la especie son una ficción, que deviene sinrazón en el momento que el hombre somete su voluntad a cada una de ellas. De ahí que se produzca una alienación de la razón, en pro de una pretendida razón externa al propio hombre, que las instituciones y maestros explicadores perpetuan y solidifican en nuestras consciencias, acusando el atontamiento de cada uno de nosotros, perdiendo la oportunidad de crear y desarrollar nuevas voluntades que escapan a la establecida.

El hombre y el ciudadano no son la misma cosa. El hombre razonable es el único que conoce el círculo de la desigualdad, aunque él mísmo se encuentra atrapado en él como ciudadano que es y como miembro de la sociedad. La igualdad sólo es entre hombres, no entre ciudadanos, los cuales estan condenados a vivir en un mundo alienado y desigual por el sometimiento recíproco entre hombres. El hombre razonable que vive en la sinrazón de la sociedad , debe ser capaz de proteger su razón bajo el techo de la sinrazón y esperar a que se produzca el reconocimiento igualitario de las voluntades entre individuos y de entender lo que cada individuo quiere hacer comprender al otro. Ese es el punto de partida para poder sobrevivir a la locura de nuestra sociedad y a la locura de la sinrazón.

La enseñanza Universal es el método de los pobres, un método natural que respeta el desarrollo individual de cada uno, pero sobretodo, ayuda a pensar por uno mísmo afrontando las dificultades y aceptando que no hay una única manera de aprender. Para aprender no es necesario las explicaciones, ni incluso aquellas perfeccionadas con el tiempo, que los mísmos educadores ofrecen de manera ingenua, para ayudar al pobre que no sabe. No se puede pretender sacar al hombre del atontamiento mejorando las explicaciones, las técnicas, haciendo más informes, comisiones, programas... para que entienda antes y mejor. Esto crea una sociedad infantilizada, bastaría con aprender a ser hombres iguales en una sociedad desigual.

No hay comentarios:

Publicar un comentario